Juan Jesús Méndez: “Creemos que no tiene sentido imitar estilos o variedades consolidadas en otras regiones del mundo”
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En Bodegas Viñátigo, la mirada al futuro nace del respeto absoluto por lo propio: variedades autóctonas, viñedos en terrazas extremas y una viticultura regenerativa que pone en el centro la sostenibilidad y la identidad.
En una entrevista para el periódico Tribuna de Canarias, nuestro director Juan Jesús Méndez Siverio, repasa la evolución de Viñátigo, los desafíos de trabajar en orografías únicas como Laderas de Teno, su apuesta por la investigación varietal y la visión de un enoturismo de calidad, todo ello con la convicción de que el camino está en proteger y profundizar en las uvas canarias. Un testimonio imprescindible para entender por qué nuestra bodega marca rumbo en el panorama del vino en Canarias.

Octubre 2025 | Tribuna de Canarias
¿Cómo han evolucionado sus vinos desde que comenzaron hace 20 años hasta hoy?
Cuando tomé el relevo éramos una bodega familiar, que hacíamos entre unos cinco o seis mil litros de vino, los cuales se vendían a granel en los bares del pueblo de la Guancha y de sus alrededores. Hoy en día, hacemos una media de 150 mil botellas cada año, del cual el 60% se exporta, por ello nos pueden encontrar en unos 19 países diferentes, desde Japón hasta California, pasando por todo el mundo. Por lo que la evolución en todos estos años ha ido en aumento, algo muy favorecedor para Bodegas Viñátigo.
¿Qué desafíos presenta trabajar con viñedos en terrazas tan empinadas como las de Laderas de Teno, y cómo los superan a nivel logístico y agrícola?
La orografía de Tenerife en general es bastante complicada, y muchas de nuestras parcelas, como las Laderas de Teno, el Macizo de Teno o Taganana, son orografías extremas. Parcelas de difícil acceso, que esto repercute en la logística, ya que es muy compleja, porque prácticamente no se puede mecanizar nada, sino que se debe realizar una viticultura manual.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que merece la pena dada las características de los vinos que nos proporciona, ya que son unos suelos muy especiales, con una climatología muy específica, viñas bastante viejas, y esto se traduce en unos vinos que, a pesar del esfuerzo que llevan, merece la pena obtenerlos y ponerlos en valor.
Tintilla, Vijariego Negro, Baboso Negro, Bastardo… ¿Qué criterios usan para decidir qué variedad plantar en cada parcela?
La recuperación de las variedades canarias forma parte del ADN de Viñátigo, cuando comenzamos nosotros elaborábamos el listán blanco y el listán negro, que era la uva más extendida, aunque existían de forma muy minoritaria otras variedades.
Desde el principio, nos focalizamos en la identificación, recuperación y puesta en valor de estas variedades, y fruto de ello hemos recuperado el marmajuelo que fue la primera tesis doctoral que se hizo en la empresa, en colaboración con la Universidad de La Laguna.
Posteriormente, recuperamos el baboso negro y el vijariego negro, que resultó ser un proyecto muy bonito que se desarrolló en la isla de El Hierro.
Luego avanzamos con los vinos de ensamblaje, y fue un poco el ver cómo hacer vinos de autor, partiendo del conocimiento profundo de cada una de las variedades y ensamblándolas de forma magistral. Esos fueron los ensamblajes, y actualmente llevamos prácticamente 10 años donde estamos trabajando no solo con esas variedades únicas, sino también identificando.
¿Han considerado incorporar nuevas variedades en el futuro o creen firmemente en conservar exclusivamente las locales?
Canarias posee una riqueza vitivinícola extraordinaria, gracias a que la filoxera nunca llegó al archipiélago y el origen diverso de sus primeros colonos portugueses, italianos, franceses y españoles de distintas regiones, que trajeron una gran variedad de cepas. Todo ello ha dado lugar a una de las viticulturas más ricas y singulares del mundo.
En un territorio relativamente pequeño, los trabajos de investigación realizados durante años, primero mediante identificación morfológica y posteriormente a través de análisis genéticos con microsatélites, nos han permitido catalogar más de 80 variedades distintas de uva, de las cuales más de la mitad son exclusivas de Canarias, “no existen en ningún otro lugar del mundo”.
Esto representa un patrimonio de un valor incalculable, que abre la puerta a la elaboración de vinos únicos, con identidad propia y de altísima calidad. Por esta razón, creemos que no tiene sentido imitar estilos o variedades consolidadas en otras regiones del mundo, por excelentes que sean. Nuestra apuesta es clara “conservar, proteger y profundizar en el conocimiento de nuestras variedades autóctonas”, ya que en ellas reside nuestro verdadero potencial.

¿Cómo manejan el equilibrio entre la producción propia y la colaboración con viñedos externos para asegurar coherencia y calidad en sus vinos?
Uno de los aspectos que más nos preocupa y en el que trabajamos con firme compromiso es la sostenibilidad, concretamente a través de la aplicación de una viticultura regenerativa. Apostamos por prácticas agrícolas que eviten el uso de herbicidas y productos químicos de síntesis, tanto en nuestros propios viñedos como en los de los viticultores que nos suministran la uva.
Para asegurar que todos trabajamos igual, organizamos reuniones anuales con nuestros proveedores, donde les informamos y formamos sobre las estrategias de cultivo que consideramos adecuadas. Además, nuestros técnicos mantienen un contacto continuo con ellos para asesorarles y garantizar que las prácticas aplicadas estén alineadas con nuestros requerimientos.
El objetivo es claro, “lograr una coherencia en el manejo del viñedo que se traduzca en una uva homogénea y de alta calidad, libre de residuos, y que mantenga la identidad y pureza de nuestros vinos”. Esta estrategia nos permite preservar el sabor y la personalidad.
¿Cómo describiría la identidad de Viñátigo y qué lo diferencia dentro del panorama vinícola de Tenerife?
En Viñátigo siempre hemos sido una bodega que va a contracorriente. Cuando pocos creían en el potencial de las variedades locales, nosotros apostamos por ellas, enfrentándonos a opiniones contrarias, incluidas las de las propias administraciones públicas. Con el tiempo, esas variedades se han convertido en un pilar fundamental de la identidad vitivinícola de Canarias.
Del mismo modo, cuando la idea de una Denominación de Origen regional que englobara todas las Islas Canarias era vista con escepticismo, fuimos de los primeros en impulsarla, apostando por un modelo que reconociera subzonas, islas, comarcas, pueblos y parajes. Hoy en día, es la más importante del archipiélago.
En definitiva, en Viñátigo nos hemos caracterizado por ir un paso por delante. Muchas veces eso ha significado remar contracorriente, pero también nos ha permitido ser pioneros y marcar un camino que, con el tiempo, el sector ha reconocido como acertado. Esa capacidad de anticipación y ese espíritu disruptivo son, sin duda, parte esencial de nuestra identidad.
¿Qué proyectos tienen en marcha o en mente para los próximos años? ¿Quieren llevar a cabo visitas guiadas para que otras personas del mundo puedan apreciar sus bodegas?
El enoturismo es una línea de trabajo que llevamos desarrollando desde hace años, siempre con un enfoque muy exclusivo y centrado en la calidad. No buscamos un turismo masificado, todo lo contrario. Apostamos por un modelo que atraiga a personas verdaderamente interesadas en el mundo del vino, en conocer en profundidad nuestras particularidades y en valorar el carácter único de los vinos de Canarias.
Sin embargo, en este momento nuestra principal preocupación está centrada en la viticultura. El cambio climático está afectando de forma muy significativa a los viñedos. Los niveles de producción han caído de manera preocupante, lo que compromete seriamente la rentabilidad de los cultivos. Estamos trabajando intensamente para revertir esta situación y adaptar nuestras prácticas al nuevo contexto climático.
A todo esto, se suma ahora la reciente detección de filoxera en las islas, una amenaza muy grave para nuestro viñedo. Esto nos obliga a reflexionar de forma profunda sobre el modelo de viticultura que queremos y necesitamos, un modelo sostenible, resiliente y que garantice la preservación de nuestro valiosísimo patrimonio varietal.
Son retos complejos, pero también una oportunidad para rediseñar el futuro de la viticultura canaria con visión y responsabilidad.
Redacción | Tribuna de Canarias
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